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Después de una hora de pequeños movimientos de todo el cuerpo, mi abuela se quejaba y decía que ya era suficiente. La batalla contra la artrosis empezaba a ser dura y hubo un día que María la fisio dejó de venir porque ella ya no quería que le hicieran nada. 4/9/2012, Barcelona. © Patricia Bobillo Rodríguez
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